Suele ser una creencia extendida el pensar que cierta presencia de sangre durante el cepillado es normal. Escupimos y observamos sobre la pila ciertas motitas de sangre mezcladas con la pasta hecha espuma. Dicho signo es una alerta de nuestro organismo que nos está advirtiendo que algo va mal. Muchas veces se le resta importancia si al signo no le acompaña un síntoma como el dolor. Y hasta que no llega el dolor, o no se observa alguna lesión en la cavidad oral, no se decide acudir al dentista.
Esto es un error frecuente que se ha de evitar, ya que la presencia de sangrado ya nos indica que algo no va como debería. Tampoco se ha de ser alarmistas y pensar que por algún sangrado ocasional ya ha de suponerse que algo grave subyace. Sin embargo, es importante pensar que, si el sangrado se hallase en otra parte del cuerpo, ojo, piel, oreja u otros, lo más probable es que uno no se demoraría mucho en acudir al especialista. Por ello si la presencia de sangre en otras partes del cuerpo no sería sujeto de tardanza, la presencia de sangre en la cavidad oral tampoco debería.
La presencia de sangrado puede ser indicativo de la inflamación de la encía de forma localizada o generalizada. En los inicios puede significar que ha habido una acumulación excesiva de placa en alguna zona de la boca. Dicha acumulación puede ser debida a un cepillado incorrecto o insuficiente, o debido a alguna zona retentiva provocada por una malposición dental o alguna prótesis mal ajustada.
La rápida actuación evitará problemas futuros aún más graves. En caso de que el cepillado sea la causa, se pueden recomendar algún tipo de cepillo o pasta dentífrica apta. Además de valorar el tiempo y la técnica que el paciente usa, pudiendo ser esta incorrecta. Si la causa es de tipo intraoral, por ejemplo, porque el apiñamiento de varios dientes nos dificulta el cepillado, también es importante valorarlo.
Por último, si la causa es por alguna prótesis mal ajustada que aumenta la retención de placa, esta deberá ser reevaluada y cambiada por otra que cumpla correctamente su función.
La tardanza en este diagnóstico solo empeoraría la situación, yendo desde una simple gingivitis localizada, hasta una periodontitis crónica, donde ya encontraríamos una pérdida de estructura ósea y recesiones que debilita la posición del diente y con un posible compromiso estético importante.
Como en todo el mundo de la sanidad, una buena prevención es la clave para el mantenimiento de la salud.
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